Mirando la pantalla de su computadora, Kristoffer Rom no podía creer los números que llegaban desde Spotify.
Un año y medio antes, en 2018, su sello de música independiente, Tambourhinoceros, había lanzado una lánguida canción de synth-pop, titulada Oye chicos, de Molina, cantante danesa-chilena. La recepción inicial fue modesta. Pero luego, meses después, comenzó a despegar en TikTok y YouTube cuando los creadores adoptaron la canción como una banda sonora pegadiza y estimulante para todo tipo de animaciones y videos emotivos.
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