¡Viva la gente! La hay donde quieras que vas. ¡Viva la gente! Es lo que me gusta más…» ¿Quién no recuerda esta pegadiza canción y puede incluso tararear varios estribillos? Para el clan Ruiz Azcona de Bilbao, formado por ocho hermanos, cuatro chicos y cuatro chicas, y la madre, Carmen, de 96 años, tiene un significado muy especial. «Es ya un himno familiar. La pusimos en el funeral de mi padre, que murió hace cuatro años. La cantamos todas las Nocheviejas en la calle y mi madre desde la ventana, en los cumpleaños…», explican.
Hace ahora 50 años, en septiembre de 1973, esta gran familia bilbaína acogió en su casa de la calle Egaña a dos cantantes del numeroso grupo norteamericano ‘Up with people’, integrado por jóvenes de una cincuentena de países, que promulgaba la amistad entre diferentes. Su tema más conocido fue ‘¡Viva la gente!’ Viajaban por medio mundo y se alojaban en domicilios de voluntarios, muchas veces buscados por las iglesias del lugar. Larry Driggers, de Texas, que entonces tenía 20 años y estudiaba Arquitectura, era uno de ellos.
Convivió cerca de un mes con Carmen, Luis, Juan, Pilar, Kepa, Paz, Nacho y Bego, de entre 8 y 19 años entonces; sus padres, Carmen y Ángel Amadeo, la abuela y una interna. La estancia resultó para él tan especial que se propuso el reto de rememorarla al cumplirse medio sigo. «Habré estado con un centenar de familias de todo el mundo, pero ninguna como ésta», sonríe, entre el entusiasmo de los aludidos. «¡Tenían ocho niños y aún así me aceptaron!».
«Lo del ‘viejo’ era especial. Decía ‘en casa siempre hay un huevo frito para el que venga’. Veía por la calle a alguien y se lo traía a casa a cenar. Un día apareció con un médico chino que había llegado en barco», cuentan los hermanos entre risas. Agente comercial colegiado de productos de farmacia, primero, y después de mercería, el patriarca tuvo que comprar dos viviendas y unirlas para una familia tan numerosa. «Hemos comido muchos años de los botones», asumen. «Teníamos 11 huecos y ahí dormíamos todos. En el salón, de 27 metros cuadrados, montábamos hasta en bici y en patinete y jugábamos al tenis», recuerdan los mellizos más pequeños. En vacaciones se desplazaban en un ‘850’ hasta Andalucía, «algunos en el maletero». Después, se sacó el carné también la madre y compraron un ‘600’. Terminaron con un ‘1500’ familiar, pero «si veía a un tío haciendo dedo, soltaba ‘igual le hacemos un sitio al pobre’». Los Ruiz Azcona acogieron también otro año a miembros del grupo. «Peter medía dos metros y se le salían los pies de la cama, que entonces eran de 1,80 m. Así que le añadíamos una silla», se ríen contando anécdotas.
«Cuando vine por primera vez, Bilbao era negro. Ahora está más limpio», observa Larry
Los conciertos de Up with people se celebraron en el pabellón de la Casilla entre los días 17 y 20 de septiembre de hace 50 años y todos los Ruiz Azcona entraron gratis. «Hay que ponerse en la época. Un americano de dos metros y con ojos azules, pelo rizado y guapísimo. Le miraban por la calle porque además vestían al estilo yanqui, un poco hippie». «Lo que fardamos en el cole por tener unos americanos en casa. Era algo exótico», confiesa Nacho.
«Uno más de casa»
En este ambiente de «circo» tan divertido, el texano vivió feliz. Nunca ha podido olvidar los cola-caos que le preparaba Carmen con cariño. «Son gente con corazones enormes», se emociona en un perfecto castellano. Al cabo de los años, Larry encontró a Carmen, una de las hijas, en Facebook y desde entonces mantenían el contacto por redes sociales y se enviaban fotografías. Recientemente, después de una reunión en Arizona de numerosos miembros del grupo, Larry, ya jubilado, se planteó: «¿Debo volver o no? Porque la gente igual ha cambiado mucho». Y decidió comprar los billetes para él y para su mujer, Lucy, enfermera ya retirada. Cuando llegaron a Bilbao el pasado jueves, 7 de septiembre, les esperaba una lata de Cola-Cao, réplica de las antiguas, como regalo. «El reencuentro después de 50 años fue increíble, un sueño», coinciden los hermanos. «Era como si no hubiera pasado el tiempo, como si nos acabáramos de ver, como uno más de casa».
Larry ha notado cambios visibles en la ciudad. «Cuando vine la primera vez, Bilbao era negro (risas). Ahora está más limpio», compara de forma gráfica.
Lo primero que hicieron fue visitar la Alhóndiga, el Guggenheim, San Juan de Gaztelugatxe, Bermeo, Mundaka, Gernika… Otro día celebraron una comida con toda la familia y la última jornada la reservaron para conocer Urdaibai y, por último, volver a La Casilla». La pareja tomó un vuelo a Sevilla para regresar a Texas el 19 de septiembre. Ambos han vivido en varios países, entre ellos Ginea Ecuatorial o Costa de Marfil, porque Larry es «pastor» y formaba parte de una organización de misioneros. Pero Larry, agradecido, espeta, «¡El mejor sitio es Bilbao!».
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