En medio del arcoíris, ella sonrió, suspiró y miró cómo más de 20.000 luces se mostraban desde las tribunas y canchas del estadio El Campín de Bogotá. En la cara se le notaba cómo un cúmulo de emociones se sentían en su cuerpo. Euforia, adrenalina y felicidad. Estaba imponiendo un nuevo hito para la industria de los espectáculos en vivo en el país: Karol G se convirtió en la primera cantante de reguetón y música urbana en agotar ese escenario durante dos fechas consecutivas. No había precedentes. Histórico.
El concierto comenzó a las 9 y 49 minutos de la noche. Durante unas dos horas antes, el puertorriqueño Ñejo y el dj antioqueño agudelo 888 amenizaron con icónicas canciones la espera por la mujer que ha llegado a la cima de la música. Los bajos acapararon el recinto y en la pantalla central se reveló el cuento de una sirena, una narración que revelaba la trayectoria de la cantante paisa.
“Muchas veces la vida no es lo que parece. Carolina nadó lejos y vio cada vez más cerca el cielo”, se escuchó mientras se mostraba su transición entre dos etapas de su vida. Hace dos años, ella se presentó en la Movistar Arena con un espectáculo más pequeño, tenía el pelo aguamarina y todo estaba ambientado para ese color. En el cuento, ese color representó una fase retadora y compleja. Una caída. Pero entonces llegó una mariposa que la pintó de rosado y la transformó. La empoderó, la ayudó a creer en sí misma para ascender y le dio significado a un apodo que ya trascendió fronteras: ‘Bichota’.
Ese color fue el central de la gira ‘Mañana será bonito’, con la que la colombiana agotó y recorrió unos 13 estadios en Estados Unidos, deslumbró en más de seis países de América Latina y con el que se presentará cuatro fechas seguidas en el imponente estadio Santiago Bernabéu en Madrid este verano.
La primera canción fue TQG, que hizo con Shakira y a quien le hizo referencia moviendo las caderas y terminando con las manos arriba, como suele hacer la barranquillera. La acompañaron 14 bailarines y una banda en vivo compuesta por mujeres, tal como hizo hace dos años. Después continuó con Besties, en la que habla de cómo las mejores amigas se convierten en la red de apoyo más fuerte para superar una ruptura amorosa. Y siguió: “Hey, familia, nada como estar en casa. Entre hoy y mañana vine a pasar las noches más chimbas de mi vida”.
Ella sabía desde que planeó regresar a Bogotá que era todo un reto presentarse en la ciudad en ese escenario, que es uno de los lugares míticos que no cualquier artista se atreve a pisar. No solo por la dimensión de lo que significa, sino por el público capitalina. Fue allí en el que se montaron los Guns N’ Roses en noviembre de 1992 en un accidentado y vibrante concierto; el mismo por el que han pasado agrupaciones internacionales, como Coldplay, y aquel en el que se han hecho grandes puestas en escena de rock, salsa y vallenato.
Dicen que hay niveles de niveles, pero lo que logró la ‘Bichota’ en El Campín superó varios de los que habían sido inamovibles durante años. Un escenario en forma de T con una flor gigante en la mitad, un arcoíris de fondo, tres pantallas imponentes con resolución en 4K, un tiburón gigante, inflables y fuegos pirotécnicos y llamas de fuego que salieron en los momentos precisos.
Cantó todas las de su álbum Mañana será bonito: Carolina —”Con esa me presenté ante el mundo”, exclamó—; Provenza, que la impulsó en varias latitudes; Kármika, que hizo con Sean Paul y Bad Gyal; Gatúbela; Mercurio; Qlona; Mi ex tenía razón; Contigo; Gucci los paños; Por si volvemos; Pero tú, y Amargura, que fue la única que repitió y con la que cerró la noche; “es una canción que cantaría 50 veces”, enfatizó.
Además, incluyó éxitos de sus anteriores producciones. “¿Dónde están los hombres que pusieron esta canción número uno?”, fue lo que preguntó antes de cantar Tusa. Y también El Makinón, el Barco, Ay Dios Mío, del álbum KG0516 que lanzó en 2021, y Punto G, Mi Cama y Ocean, la canción con la que tituló su álbum del 2019.
Durante dos horas y 10 minutos, todo fluyó como una ola casi perfecta. Intentó llover unas dos veces antes de que comenzara el espectáculo, pero no pasó. Pareciera como si la voz de Karol hubiera apaciguado todo, porque la ‘Bichota’ cantó en vivo, y lo hizo de forma magistral. Tuvo tres cambios de vestuario: un enterizo con falda azul brillante, una mini falda y blusa amarilla con los colores de la bandera de Colombia, un vestido negro de lentejuelas y un conjunto estilo isleño blanco al que después le incluyó un sombrero rojo.
No tuvo artistas invitados mientras cantó, como sí había pasado en Medellín el año pasado. Algunos asistentes lo cuestionaron. Quizás para la segunda fecha los incluya. O quizás no. Aunque ella no necesita de más artistas para brillar. No fue necesario hacerlo y por eso el primer concierto fue imponente: mantuvo al público conectado y coreando sus canciones sin recurrir a extravagancias o tácticas.
Para quienes la hemos visto desde hace una década, fue majestuoso ver lo que logró. Y para quienes no la conocían, fue una carta de presentación que pocos han logrado mostrar. Se nota el punto alto en su carrera al que ha llegado. Es una artista internacional. Versátil, con repertorio. No en vano Spotify la catalogó como la colombiana más escuchada en 2023 y Billboard le entregó el reconocimiento a ‘Mujer del año’.
Esta fue la primera de las dos últimas noches de esta gira en Colombia. El cuento en las pantallas no terminó, porque aún es una historia sin final. Es un libro que se sigue escribiendo. Cada página que ha escrito es la demostración de la persistencia y la ratificación de algo que ya no es un secreto a voces: Karol G es una de las cantantes colombianas más importantes de la historia reciente.
DAVID ALEJANDRO LÓPEZ BERMÚDEZ
EL TIEMPO
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