El último álbum de Tarana Komorebi (conocido popularmente como Komorebi), La caída, es el proyecto de sus sueños en múltiples sentidos. Por un lado, se basa en las ideas de su infancia sobre un personaje futurista. Realiza un concepto que ella imaginó cuando tenía poco más de 20 años. Es un álbum ambicioso con sonidos electrónicos surrealistas y visuales de ciencia ficción realizados con Unreal Engine, una plataforma de creación de juegos en 3D. Pero sueño es la palabra clave de la creación de Komorebi principalmente porque ha intentado construir un mundo que parece alejado de la realidad pero de alguna manera arraigado en ella.
El protagonista de La caídaKiane es una viajera espacial que habita un universo diferente al nuestro. Es una mezcla de varios personajes femeninos de la cultura pop, como Aloy del juego. Horizonte Cero Amanecer y Beatrix Kiddo de Quentin Tarantino Mata a Bill. Ella resume la complejidad y la fuerza que se encuentran en estos personajes. Sin embargo, también hay un poco de Tarana en Kiane.
“La inspiración detrás de mi música radica en mis experiencias de vida. Al traducir estas experiencias en arte, creé un personaje ficticio y elaboré una narrativa única que refleja, pero diverge, mi viaje. Este personaje, aunque similar al mío, se embarca en un camino distinto de autodescubrimiento y crecimiento”, dice en una llamada desde Nueva Delhi, donde se está preparando para una gira por varias ciudades, que comenzará en Bengaluru el 19 de enero.
Como artista más joven, aprovechar la energía del escenario no fue fácil para ella. Sin embargo, después de una década en la industria, Komorebi se siente más cómoda conectándose con una audiencia en vivo. “Recientemente, después de un mes de dejar de tocar y navegar por la vida, descubrí la naturaleza curativa de tocar música. La experiencia me aporta una profunda sensación de bienestar y emoción. Es a la vez emocionante y reconfortante para mí”.
El álbum no se trata sólo de la música; es una historia contada a través de sonidos e imágenes. De hecho, el vídeo musical de ‘I Grew Up’ tiene más de 25 créditos visuales, incluidos VFX, CG, animación y más. Sólo puede tener algunos de estos elementos en el escenario. Pero Komorebi promete hacer que los próximos shows en vivo sean lo más inmersivos posible. “Estamos tratando de darle vida al álbum a través de una combinación de imágenes y vestuario cuidadosamente elaborado. Estamos profundizando en el diseño escénico y la producción para mejorar la atmósfera general”, dice.
Doble identidad
En la era de los feeds seleccionados y las realidades filtradas, Komorebi genera un debate sobre la identidad artística. Navega por el panorama de las redes sociales, creando una personalidad en línea distintiva que palpita con sueños de neón y narrativas de ciencia ficción. “La Tarana en casa difiere de la encarnada como Komorebi”.
Debajo de la fachada digital se esconde una verdad compleja: Komorebi no es sólo una persona en línea sino una elección deliberada, una faceta de la multifacética Tarana. Esta dualidad, confiesa, es a la vez liberadora y llena de tensión. El escenario en línea y fuera de línea se convierte en un lienzo donde puede pintar con una autoexpresión vibrante, despojándose de las expectativas sociales y abrazando la fantasía performativa. Sin embargo, el foco de atención también arroja sombras duras, planteando la cuestión de la autenticidad en un mundo obsesionado con la perfección curada. Siempre surgen las preguntas de ‘¿quiénes somos?’ y ‘¿quiénes queremos ser?’
El viaje de Komorebi refleja el diálogo continuo entre artistas en la era digital. ¿Cómo equilibramos el anhelo de autoexpresión con las presiones de la visibilidad pública? ¿Puede realmente existir la autenticidad cuando se filtra a través de la lente de los algoritmos de las redes sociales y las expectativas de la audiencia? Estas preguntas resuenan profundamente en Komorebi y añaden complejidad a su viaje artístico. En sus canciones no rehuye esta dualidad; ella lo abraza.
Komorebi no es la primera artista que tiene identidades duales (está influenciada por personas como Bjork, David Bowie y Grimes), y no será la última.
Colaboraciones y estilo musical.
“Los géneros son más pautas que muros”, dice Komorebi. Si bien los ritmos electrónicos forman la base, su estilo vocal único y sus temas recurrentes unen su universo sonoro. Las influencias van desde los coros cargados de sintetizadores de los años 80 y 90 hasta los ritmos palpitantes del trip-hop, el pop y la alternativa contemporáneos.
Debajo de las vibrantes melodías se encuentra un hilo melancólico que refleja las experiencias personales de Komorebi con la familia, el amor y las luchas que la han moldeado. Esta tristeza, reflejada en la historia de Kiane, no es una indulgencia hacia la desesperación; Es una balada agridulce que lleva un trasfondo de esperanza.
La caída presenta colaboraciones con estrellas independientes, incluidos Easy Wanderlings prestando flauta y armonías, Warren Mendonsa en la guitarra eléctrica y Dhruv Visvanath en la acústica.
Ella considera que la colaboración sirve como un contrapunto vital al aislamiento potencial de la exploración creativa. “Pasar demasiado tiempo en tu propia cabeza puede conducir a la miopía”, admite, “un colaborador aporta una energía refrescante que puede ampliar los límites del lienzo”. No se trata de una colisión sino de una infusión deliberada de perspectivas. No se trata de añadir ruido sino de tejer un hilo más en el tapiz del álbum para enriquecer su textura.
“Cada nota y ritmo se convierte en un elemento fundamental en el viaje de Kiane, y cada colaborador agrega un sabor único a esa narrativa”.
En un mundo que a menudo parece aislado, Komorebi quiere que su música nos recuerde que no estamos solos. “La máxima alegría para un artista es cuando un oyente se conecta profundamente con una canción, expresando que le ayudó a superar sus luchas”, dice, “Recibir mensajes de personas que comparten que mi música ha impactado positivamente sus vidas es una experiencia profunda y satisfactoria. experiencia. Destaca la capacidad única de la música para tocar vidas, forjando una conexión incluso sin interacción física”.
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