Si Weir y Ford dirigieron sus esfuerzos a conquistar a los cinéfilos idealistas, en la era post Vietnam, de crítica al consumismo y con un héroe harto de la sociedad en la que vive, Allie Fox, que arrastra a su familia a la búsqueda de un sueño a realizar en la selva, que se transforma en una lucha por salvar su vida, ahora la situación es distinta.
Justin y Natalia se suben a la aventura de Allie (Justin) ahora como antihéroe, con un pasado “complejo” y que orilla a que las autoridades estadounidenses, incluido el FBI, inicien una cacería de él, su esposa Margot (Melissa George), así como de sus hijos adolescentes Dina (Logan Polish) y Charlie (Gabriel Bateman).
“La costa de los mosquitos trata antes que nada sobre la familia… y es un núcleo familiar que está en un momento de cambio, con hijos adolescentes, una pareja que tiene muchos años junta, con un pasado que los hijos no conocen y todo eso pasa de pronto del contexto íntimo a tener que huir de su país para salvar su vida”, dijo Beristáin.
La ventaja de Justin fue que podía levantar el teléfono para platicar con su tío Paul y ahondar en detalles del personaje que escribió inspirado un poco en él mismo y más en la vida de su papá, Albert Eugene, que llevaba a su familia por horas al basurero para recolectar ropa y otros artículos como una protesta al consumismo.
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