Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
21 ene. 2024
El último desfile masculino de Loewe fue una meditación sobre el culto a la celebridad, el efecto nivelador de internet y una brillante colaboración con el artista afincado en Los Ángeles Richard Hawkins.
El decorado parecía una catedral de famosos, construida en el interior de los cuarteles de la Garde Républicaine, cerca del Sena. Un gran espacio blanco con una serie de enormes ventanas góticas en cuyo interior había instalaciones artísticas multimedia, que combinaban pintura religiosa renacentista, iconos de santos, “soft porn” gay y apariciones de embajadores de Loewe.
En varios lugares, los fans de la marca -desde Jamie Dornan hasta Josh O’Connor- aparecían fotografiándose a sí mismos, como si acabaran de despertarse.
“Ahora que las redes se han hecho 360, ¿qué significa eso para el futuro de la moda? Me gusta la idea de la iconografía: usar el móvil para hacerse fotos y validarse a uno mismo”, opinó el director creativo de Loewe, Jonathan Anderson, en medio de una jauría de críticos de moda armados con un iPhone.
“Creo que internet ha eliminado las barreras… Así que ya no creo que haya movimientos de moda, sino más bien subculturas online”, explicó Anderson.
Anderson había telegrafiado sus intenciones con la invitación: un collage sobre lienzo del tamaño de un mantel pintado por Hawkins con los mismos personajes y tonos que se ven en el gran retablo de la exposición y en las falsas vidrieras.
Anderson mostró los collages en pantalones de jogging, túnicas que llegaban hasta el suelo, batas y sudaderas de chenilla y bolsas de fin de semana de las que brotaban crines de caballo naranjas y azules.
Como los cabanes de apertura, terminados con un pañuelo y llevados solo con zapatillas de deporte y las piernas desnudas; y realizados en verde lima o naranja brillante.
Mezcló llamativas camisas de cuadros gingham llevadas sobre pantalones cargo gigantes. El ante crudo, firma de Loewe, también se usó en abrigos teñidos de beige y tabaco, como el que lució el cineasta italiano Luca Guadagnino en el desfile. Antes de terminar con abrigos hiperdeconstruidos, que mezclaban elementos de gabardinas, abrigos de espía y cabanes.
En una primera fila muy cool, Nicholas Hoult se unió a Zayn Malik bajo las falsas ventanas, una mezcla de lo sagrado y lo profano, de lo kitsch y lo pervertido.
La banda sonora, el himno clásico de Guns N’ Roses “Wanted Dead or Alive”, sonaba a todo volumen en los altavoces, después de la banda sonora de “Los siete magníficos”. Aunque también un sonó la grabación de un programa de televisión de famosos hablando de Sean Penn.
“Richard Hawkins es un pintor que me encanta, y empezamos hablando de unos vídeos que puso en Instagram“, apuntó Anderson. Una idea que acabó con Hawkins incorporando ventanas de Loewe de los años 20 a la catedral de la celebración. En la que un pelotón de jóvenes famosos ocuparon sus asientos.
“Me encanta el sentido del humor de Richard en su trabajo, como poner a Justin Bieber y luego a Van Dyck en la esquina superior de estos cuadros. Todo es un collage de medios de comunicación, y el objetivo de la moda es predecir el futuro, pero también reinterpretar las normas mediante engaños”, concluyó Anderson, tras el desfile más sugerente de los 13 días de la temporada internacional de moda masculina escenificado en su penúltima mañana.
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