Mariel Molino y el compromiso de hacer cine mexicano
La historia de Mariel Molino es como la de muchas otras figuras que comenzaron en la actuación por gusto, en la infancia, y que de las obras musicales en la escuela (su primer papel fue un cuervo en El Mago de Oz) pasó a las audiciones en Los Ángeles (sin que su familia tuviera idea de la industria, porque sus papás tenían una pastelería en San Diego, donde creció) y en México, donde finalmente obtuvo trabajos en producciones nacionales como Luis Miguel: La serie, El juego de las llaves o Narcos: México.
“Realmente, yo empecé mi carrera en México, y como yo soy mexicana y americana, pude empezar a trabajar alla y fue lo mejor que me pudo haber pasado, porque es realmente donde formé mi carrera y ahora he podido hacer proyectos también en Estados Unidos y los dos (países) me gustan mucho”, señaló la actriz.
La posibilidad de trabajar en ambos lados de la frontera norte ha expandido la sensibilidad y la percepción de Mariel sobre su profesión y la forma en que se cuentan historias tanto en México como en Estados Unidos, una situación que ha contribuido a hacerla crecer profesionalmente. Sobre todo, después de participar en la película Arillo de hombre muerto, dirigida por Alejandro Gerber Bicecci y que narra la historia de una conductora del Metro (Adriana Paz), cuya vida comienza a derrumbarse cuando su esposo desaparece.
“Este contraste me tocó vivirlo muchísimo porque yo venía de hacer una serie que se llamaba The Watchful Eye, que era para Hulu, y era esta gran producción hollywoodense con mucho presupuesto y muy cómodo, y me llega el guión de Arillo de hombre muerto y en ese momento dije: ‘Esta historia se tiene que contar’”, recordó la actriz.
“Luego, luego sentí una inmensa responsabilidad de contarla bien, de hacerla bien; mucha responsabilidad en cuanto al tema social y político. Aunque mi personaje fuera más pequeño, yo estaba muy nerviosa por querer hacerlo bien, por contarlo bien, por sentir que venía de un mundo muy comercial y de pronto tener que brincar a algo mucho más artístico. Para mí fue un gran orgullo regresar a México y contar esta historia y, aparte, actuar con Adriana Paz, que se rifa con una actuación increíble en esta pesadilla hermosa y atmosférica que fue filmada completamente en blanco y negro”, añadió.
“Fue una experiencia completamente diferente, más ruda, pero la gocé muchísimo y me gustó mucho la complejidad de mi personaje y trabajar con el director Alejandro Gerber Bicecci y verla en Guadalajara y que la hayan recibido bien, también se siente muy bonito, porque fue un trabajo de equipo y es una historia que se tenía que contar”, insistió.
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