¿Qué criterios le han llevado a escoger los personajes que le han dado tanta fama?
Existen para mí fundamentalmente dos criterios: el técnico, si tenemos las notas, la técnica para realizarlo, y un criterio totalmente instintivo, que se basa en saber si yo me enamoro de ese papel o no. Si no me enamora, normalmente no sigo estudiándolo, pues se cae, ya que nuestras vidas no se cruzan. Si me inspira, intento de todas las maneras posibles poder abordarlo. Y creo que, incluso, si te enamoras de él se pude llegar a superar los propios límites vocales.
¿Ha tenido que decir muchas veces que no a un papel, aunque con el paso del tiempo fueran éxitos en su carrera?
Sí, sí. Esto me ha pasado varias veces, cuatro o cinco, en las que yo pensaba que no estaba preparada para interpretar un personaje especialmente profundo, en el que necesitaba una madurez. La primera fue con Tosca, que me la ofrecieron cuando yo tenía 24 años. Intenté mirar la partitura y cómo podía cantarla, y decidí que era una locura total, pues aunque tenía las notas, con una voz de lírica bastante llena, era un personaje enorme, muy extenso, y no estaba segura de poder llegar al final. Se trataba de un teatro bastante importante, por lo que al decirles que no, se paró toda la relación con ellos. Después me ocurrió lo mismo con Butterfly. En esta ocasión me estudié todo el papel, sola y con el repertorista, y al final de meses de trabajo decidí que no, pues me parecía que, en aquel momento, aquel personaje estaba alejado de mi personalidad. Algo parecido me ocurrió con Aida, que me la ofrecieron cuando tenía 27 o 28 años, y preferí esperar unos tres más para aceptarla. Tampoco me vi en su día con Lucrezia de I due foscari, pues me obligaba a endurecer la voz, que era demasiado spinto. Curiosamente luego algunas las he cantado, como ocurrió con Madama Butterfly, que se convirtió en uno de mis personajes favoritos.
Verdi fue un compositor que llegó a usted o tuvo que hacerse a él.
Verdi ha sido un compositor que yo he tenido que trabajar muchísimo para adaptar mi voz a sus obras. Creo que de manera natural he sido más de Puccini o de un verismo más lírico, como Adriana Lecouvreur. Y luego Maddalena de Andrea Chenier, e incluso Santuzza de Cavalleria rusticana, que tiene una referencia al bel canto del XIX. Pero yo amaba tanto los papeles de Verdi, que trabajé enormemente para encontrar la solución que me permitiera interpretar algunos de sus papeles, de óperas como Il trovatore, I due Foscari, La batagllia de Legnano o I Lombardi. Cantar estas obras me llevó a personajes como Norma y Maria Stuarda. Ha sido como una especie de recorrido a lo largo de los años que ha tenido la base en Puccini.
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