Homenajear a una soprano que reinó en el Metropolitan de Nueva York, el Covent Garden de Londres y el Colón de Buenos Aires no es tarea fácil. Tanto es así que para la gala que se celebra este martes en el Gran Teatro del Liceo con motivo del centenario de Victoria de los Ángeles ha sido necesario reunir las voces de hasta once cantantes excepcionales para crear un espectáculo digno de su altura. La función contará con la presencia de algunas voces más que consolidadas, como Joyce DiDonato, Iréne Theorin y Sarah Connolly, pero también recordará el apoyo que la soprano catalana prestó siempre a las generaciones más jóvenes, representadas por talentos más jóvenes, como Fatma Said, Louise Alder y Maria Agresta. Julius Drake al piano, la Orquesta Sinfónica del Liceu dirigida por Lucas Macías Navarro y una escenografía creada expresamente para la ocasión por Vincent Huguet completarán la composición. Entre las cantantes, solamente una española: la soprano Sabina Puértolas.
– ¿Cómo se lleva esto de ser la única española en el homenaje a Victoria de los Ángeles del Liceo?
– Es una cosa que a mí me abruma, porque no creo que yo sea maestra de nada. Pero lo voy a vivir con muchísima intensidad, porque aunque solo coincidiera con ella una vez en persona, la he escuchado muchísimas veces, porque es que siempre era perfecta a la hora de escucharla. Era perfecto lo que hace.
– Explíqueme ese encuentro que menciona.
– Yo empecé a estudiar canto super temprano, como con 14 o 15 años. A los 16 o 17 ya me inscribí para un curso en la Universidad Menéndez Pelayo con ella. Yo la había escuchado a ella y a Pilar Lorengar en un vinilo que me regalaron mis padres. En ese momento yo hacía un poco el tonto (como cualquier niña, ¿no?) y siendo de Navarra, pues cantaba jotas. Y recuerdo que al final del curso, Victoria de los Ángeles me dijo: o las jotas o la ópera.
– Qué contundente.
– Bueno, a mí fue… Imagínese yo, que soy muy de la tierra, de cantar por la calle. Recuerdo esa noche que lloré a mares, porque yo me imagino que en mi mi sensación de niña, porque era una niña, era decir jolín, ¿qué voy a hacer sin cantar jotas? Pero las dejé. Esperé a que terminaran las fiestas de Tafalla y ‘colgué las cuerdas vocales’ y nunca más canté jotas.
– Oiga, pero, ¿tan incompatible es una cosa con la otra?
– Incompatible completamente. Las jotas se cantan con la garganta muy abierta. No tiene nada que ver. El canto lírico no es un canto forzado, con una buena técnica no te haces daño en las cuerdas vocales. Con las jotas, sí. La verdad es que si una persona de la envergadura de Victoria de los Ángeles no me llega a decir que dejase las jotas, seguramente no hubiera tenido la salud vocal para dedicarme al canto lírico.
– Volviendo a Victoria, dice que la ha escuchado muchísimo…
– Horas y horas, y horas y horas y horas, porque es simplemente perfecta.
– Pero, ¿no se supone que es mejor no escuchar otras versiones para hacer la suya propia?
– Pero es que ella es… es perfecta. Es atemporal. Y es una vqoz que es una perla. Completamente limpia y completamente pulida. Después claro, lo hago todo a mi manera, con mis dejes y con mi forma de de moverme. Per cuando la veo a ella… No le cuesta ningún esfuerzo cantar, está gozando. Es tremendamente feliz cantando, fuera de su vida, lejos de lo duro que debía ser su vida por todo lo que le pasó. Pero cantando encima del escenario tenía una sonrisa tan cristalina, y la voz, y la cara. Te olvidas de todo cuando la ves. No solamente cuando la escuchas, sino cuando la ves.
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